lunes, 18 de mayo de 2009

PEHUAJO REFLEXIONES POBREZA

Reflexiones sobre el fenómeno de la pobreza PDF Imprimir E-Mail
Lic. María Angélica Ginieis"Creo que falta profundizar desde el Gobierno municipal el conocimiento de la realidad, especialmente comprender las situaciones por las que pasan numerosas familias".

"No pensar que todo se puede resolver con la ayuda alimentaria ¬-que es magra: $80 ó $100 según el número de integrantes de la familia- o con un Plan Jefes y Jefas. ¡Hace falta creación de empleo, contención, inclusión sanitaria, vivienda digna, escuchar las problemáticas! De pronto no sólo se debe pensar en lo económico. Mucha gente que vive en situación de pobreza e indigencia tiene dificultad para acceder a servicios básicos, tiene problemas ambientales que aumentan su riesgo sanitario, ni hablar del acceso al agua potable... Numerosas familias viven hacinadas compartiendo hambre, violencia y desesperanza. He compartido entrevistas con muchos de ellos y sienten que no son escuchados, que no se los tiene en cuenta", aseveró la Lic. María Angélica Ginieis.

En los últimos años, a raíz de las dificultades económicas que atraviesan distintos sectores del país y el mundo, los derechos sociales como trabajo, servicios asistenciales, educación, seguridad, se han visto vulnerados en un alto porcentaje de ciudadanos. La pobreza y la desigualdad –sobre todo en los países periféricos- se profundizaron. La crisis mundial actual es muy grave, especialmente por la destrucción de fuentes de trabajo, lo que provocó el disparo de la desocupación. Los derechos fundamentales naturales y humanos como: el derecho a la vida y a no padecer hambre se encuentran seriamente amenazados. Las política públicas relacionadas con las satisfacción de las necesidades primordiales que proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por unanimidad en 1948 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) están limitadas, no son equitativas y repercuten seriamente en los sectores más carenciados.

Para profundizar sobre esta cuestión, entrevistamos a la Lic. María Angélica Ginieis, Urbanista y diplomada en Estudios de Género y Políticas Públicas con especialización en Economía y Pobreza, quien en los últimos años trabajó en Centroamérica y, en la actualidad, en nuestro país evalúa proyectos para una empresa española e investiga problemáticas relacionadas con la pobreza.

“El abandono del modelo sustitutivo de importaciones a mediados de los setenta fue seguido de una época de estancamiento que tuvo fuertes repercusiones en el mercado de trabajo. La hiperinflación de 1989-1990 provocó una fuerte caída de los ingresos reales de la población y el crecimiento de la pobreza. En ese contexto, la nueva administración del gobierno argentino de los '90 adoptó políticas macroeconómicas inspiradas en el Consenso de Washington, cuyos imperativos políticos de reestructuración neoliberal se apoyaron en la estabilidad, crecimiento y credibilidad del mercado. Estas políticas aparecieron como la única alternativa frente al caos, el mejor camino para generar empleo y crecimiento. Se trataba de apostar al sector privado, al libre comercio y a la apertura económica”, enfatizó.

- ¿Esas políticas cómo repercutieron en nuestro país?

- En los años '90 el neoliberalismo que irrumpió en la Argentina concibió que la política económica debía perseguir como único objetivo el crecimiento. La prosperidad de unos pocos núcleos privilegiados derramaría naturalmente los beneficios al resto de la sociedad, mientras tanto, a la política social le correspondía ocuparse subsidiariamente de los que no lograban articularse al progreso y eran incluidos en diversas categorías de pobreza e indigencia. Este fue el fundamento de las políticas focalizadas de esos tiempos.

- ¿Y cuáles fueron los resultados?

- La estrategia no dio los resultados esperados, el derrame no ocurrió y la creciente desigualdad en la distribución de los ingresos, la corrupción y el Estado ausente hizo que explotara la pobreza, fundamentalmente en 2001. Los números de la pobreza crecieron, además de los pobres de siempre, se sumaron los “nuevos pobres” la clase media pauperizada. Esta gente, que había vivido el pleno empleo, que estaba acostumbrada a vivir de un sueldo, pasó a quedar “desafiliado”, sin sostén. - ¿Entonces, la clase media pasó a las filas de la clase excluída?

- Sí, y en situaciones muy vulnerables. Sin redes de préstamos e intercambio, los “nuevos pobres” quedaron desamparados, sin saber cómo enfrentar la crisis, cómo sobrevivir, cómo pagar el alquiler... y así algunos comenzaron a incursionar en el empleo informal, el cuentapropismo, la delincuencia, la mendicidad, la prostitución...

- Fue un cambio de vida y de costumbres...

- Claro, especialmente porque la situación de ingresos pasó del hombre -como principal proveedor- a la mujer -con el ingreso masivo de éstas al trabajo- sumando, así, el cambio en la estructura familiar por el aumento de la diversidad de la composición de las familias: consensuales, monoparentales, extendidas, ensambladas, uniones de un mismo sexo, en fin... una gran diversidad con problemáticas muy diferentes y todas muy atendibles, a las que el Estado siguió tratando como si no hubieran cambiado, como neutras y desde el supuesto de que cada familia vive en plena armonía y equidad en la distribución de los recursos hacia el interior del hogar.

- Y en ese contexto, ¿cómo fue el escenario laboral femenino?

- La mujer enfrenta una situación diferente a la del hombre porque al trabajar fuera de la casa o en la casa para terceros, también afronta al mismo tiempo la labor “reproductiva”: quehaceres domésticos, cuidado de mayores y menores, educación de los hijos, organizar la economía familiar en la distribución de los recursos...

- Para sanear la situación ¿qué acciones se ejecutaron?

- Desde los estudios e investigación, se comenzaron a realizar entrevistas de “uso del tiempo” para analizar cómo distribuyen el tiempo el hombre y la mujer, cómo se distribuyen o no responsabilidades. El resultado fue que la mujer está saturada en sus trabajos, con poco tiempo de descanso, ya que especialmente los trabajos de cuidado y de reproducción absorben todo su tiempo extralaboral y le impiden realizarse en otros ámbitos, como son la cultura y la política, especialmente.

- Ante este contexto, ¿cuál es el rol del Estado?

- Desde los '90, las políticas públicas dejaron de lado el rol de Estado Benefactor para trasladar gran parte de la responsabilidad a la familia y ONGs (con la multiplicación de comedores, por ejemplo). Esta situación repercutió en la mujer, que se vio sobrecargada de responsabilidades ya que no en todas las familias las tareas se distribuyen equitativamente y, sumado a ello, la falta de recursos terminó en innumerables crisis matrimoniales, divorcios, separaciones. Sobre todas estas problemáticas que fuimos mencionando se ocupan los estudios de “género”. El concepto de “género” se refiere al conjunto de características sociales y culturales asignadas diferencialmente a las personas en función de su sexo, valores y actitudes que la sociedad clasifica dicotómicamente como femeninos o masculinos. No se trata de atributos naturales, y por lo tanto son posibles de revisar, de cambiar y mejorar cuando es necesario.

- Con respecto a la pobreza, ¿cómo se investiga?

- Es muy importante no quedarse con el análisis cuantitativo de los datos de ingresos para satisfacer las necesidades. Hay que investigar hacia el interior de las familias, desde diferenciar el nivel de ingresos individuales, cómo se distribuyen, hacer todos los cruces posibles para evitar la injusticia, hasta analizar cuestiones que no tienen que ver con lo material, como por ejemplo: la capacidad de acción que tienen los menos favorecidos, la posibilidad de acceso a la educación, a la verdadera participación, a ser escuchados, las situaciones de exclusión, si tiene redes de contención... ¡Para ello es necesario conocer la realidad! Saber dónde estamos parados. Justamente, asistimos a una Argentina sin datos... y los que se publican no son creíbles. Por ejemplo: el INDEC indica valores para la Canasta Básica Total de abril, para una familia tipo de cuatro personas, de $987.06 y la Canasta Básica Alimentaria se ubicó en $457.61. Con estos resultados se analiza la cantidad de pobres y de indigentes. A nivel de consultoras privadas, estos valores están duplicados marcando un desfasaje de casi un 50%. Es necesario sincerar los números y, además, conocer la situación real de las familias desde la realidad. Esto significa que es importante visitar, compartir y escuchar las necesidades y la realidad de la gente y apuntar con respuestas pertinentes a las problemáticas detactadas.

- ¿Y qué opina de los planes Jefas y Jefes?

- El gobierno de Kirchner entendió, en un principio, que aumentando el valor de estos planes no solucionaba el problema de la gente y apostó a crear trabajo y congelar el valor de los planes en $150 para orientar a la gente a la búsqueda de otra alternativa. Al principio la estrategia dio resultados pero hoy, con la inflación y el impacto de la crisis, los valores no alcanzan, aunque los chicos concurran a comedores, además, no sólo cuentan los escolarizados, están los integrantes mayores de edad y los desocupados, más en momentos en que la oferta de trabajo está en franco retroceso.

- ¿Cómo observa la situación en Pehuajó?

- Creo que falta profundizar desde el Gobierno municipal el conocimiento de la realidad, especialmente comprender las situaciones por las que pasan numerosas familias. No pensar que todo se puede resolver con la ayuda alimentaria –que es magra: $80 o $100 según el número de integrantes de la familia- o con un Plan Jefes y Jefas. ¡Hace falta creación de empleo, contención, inclusión sanitaria, vivienda digna, escuchar las problemáticas! De pronto, no sólo se debe pensar en lo económico. Mucha gente que vive en situación de pobreza e indigencia tiene dificultad para acceder a servicios básicos, tiene problemas ambientales que aumentan su riesgo sanitario, ni hablar del acceso al agua potable... Numerosas familias viven hacinadas compartiendo hambre, violencia y desesperanza. He compartido entrevistas con muchos de ellos y sienten que no son escuchados, que no se los tiene en cuenta.

- A pocos días de las elecciones, ¿qué propuesta deberían dar los candidatos?

- ¡Poco se escucha sobre las propuestas! El debate pasa por la representación y aceptación. A nivel local, es difícil dar respuestas sin conocer suficientemente la realidad, diseñando ideas desde escritorios o basándose en supuestos. Es necesario conocer qué está pasando, elaborar propuestas con soluciones definitivas y adecuadas a las problemáticas existentes, lo que sigue es muchos más complicado, hay que apuntar a la gente, resolver o disminuir los niveles de conflicto. De nada les sirve cubrir las casas de alarmas y vivir detrás de paredones, o poner numerosos filtros a aquéllos que quieren llegar a exponer qué les pasa. Estamos rodeados de problemas sin resolver.

- Por último, ¿las mujeres, están preparadas para gobernar?

- Son pocas las mujeres que logran acceder a la política y no todas las que lo logran están preparadas, generalmente responden a imperativos masculinos. Es importante capacitarnos, participar y cuando se llega, ayudar hacia el logro de un status completo de ciudadanía con equidad de género. A pocos días de las elecciones, asistimos a poca presencia femenina en las listas y a la mentira que significan las listas testimoniales del oficialismo y, fundamentalmente, la falta de propuestas.

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