viernes, 12 de junio de 2009

PEHUAJO Disquisiciones a propósito de una empresa “nacional” VICTOR DELGADO

Disquisiciones a propósito de una empresa “nacional”

La decisión del gobierno venezolano de nacionalizar tres empresas del grupo Techint desató en nuestro país una andanada de críticas. Dirigentes políticos de la “oposición”, opinólogos y periodistas de variado pelaje, además de fustigar al presidente Chávez recriminaron a la presidente Kirchner su “pasividad” ante el zarpazo bolivariano a una “empresa argentina”.
El propósito de este artículo es apenas recalar en esta falsedad: Techint no es nacional. Reproducimos expresiones que hicimos públicas a partir de 2002 y a lo largo de nuestra prédica por el regreso del tren a Pehuajó:
“Techint, socio mayoritario del concesionario Ferroexpreso Pampeano S.A., a cargo de las vías del Ex Sarmiento desde Bragado a La Pampa, suele ser presentado como un grupo industrial nacional pero se trata de un monopolio italiano con un inescrupuloso origen fascista. La mitad de cuya facturación proviene de sus negocios en nuestro país. Sin embargo, en los últimos 20 años se extendió a otras 27 naciones, entre ellas EE.UU., Venezuela, México, Colombia, Chile, Brasil, Canadá, Japón, Inglaterra, Rusia, China y Nigeria. En México, por ejemplo, controla el 40% del mercado eléctrico con 25 subestaciones y 5 mil km de líneas tendidas entre el 2001 y 2003. Según datos de 2004, el consorcio internacional Techint, orientado fundamentalmente a la construcción de tubos de acero sin costura para la industria petrolera, controla 100 firmas en el mundo y factura 8.200 millones de dólares. “Un año después de la crisis del 2001 declaró en nuestro país un activo local superior a los 12.400 millones de pesos, ocupando el 4º lugar en el rànking empresario después de Repsol, Petrobrás y Telecom”.
RENTA FERROVIARIA
¿Y cómo le fue a Techint en el negocio ferroviario?, del que supo renegar públicamente pero se resistió a abandonar ya que siempre obtiene nuevas ventajas del Estado.
Según su propia contabilidad, en una década, Ferro Expreso facturó bastante más de 300 millones de pesos en fletes, al tiempo que destruyó el patrimonio público.
En 1991, al firmar contrato por 30 años de concesión con opción a 10 más, acordó invertir 178 millones de pesos. La Comisión Renegociadora de Contratos determinó que apenas aportó el 39 % de la cifra, para emparchar material rodante y tramos aislados de vías, sin destinar un centavo a la rehabilitación de ramales, puentes y construcción de silos. Tampoco adquirió locomotoras ya que dispuso de las estatales.
En la renegociación con el Gobierno, alegó perjuicios por inundación y una supuesta deuda de la Pcia. de Bs. As. de 10 millones. Así justificó sus faltas y planteó que las obligaciones contractuales eran “de imposible cumplimiento”. Además de ser groseramente beneficiado con recursos del pueblo reunidos gracias a un fondo por emergencia hídrica, entre otras prerrogativas demandó la eliminación del alquiler (que, en los hechos, no hacía efectivo desde 1995) y un perdón de sus deudas y multas.
Duhalde, durante su presidencia, le entregó sin cargo más material ferroviario y otro subsidio de 7 millones de pesos. La gestión de Néstor Kirchner continuó favoreciendo a Ferro Expreso: redujo la exigencia de inversión a un equivalente del 7% de su facturación. De aquí en más tampoco le exigió hacer obras de infraestructura que no sean de su particular incumbencia. Es decir, lo eximió de practicar trabajos relacionados con la mejora integral de la red. Además lo habilitó para que incremente el precio de los fletes y hasta le otorgó un “aporte extraordinario” de 12 millones de pesos para recomponer tramos que iban a ser posible la reanudación del transporte de pasajeros hasta Gral. Pico y Toay. Hecho que nunca aconteció. Con ese dinero del pueblo argentino, el monopolio internacional Techint habría hecho algunos arreglos parciales, según sus propios objetivos, sin contemplar exigencias técnicas del tren de pasajeros; y sin que los órganos de control pongan reparo alguno.
El gobierno de Kirchner también lo eximió de multas, obras y cánones adeudados. El monto de sus deudas más el valor de las obras no realizadas, reportaron para Ferro Expreso una suerte de subsidio extra (sin contabilizar los que fueron públicos) cercano a los 200 millones de pesos.
Ferro Expreso o sea Techint, además, es de los que se benefició con la devaluación: en los primeros 10 meses de 2003 facturó casi 55 millones de pesos, un salto grande respecto de los 34 que declaró para el mismo período de 2002. Es decir, aun en aquellos 3 años críticos en los que los pehuajenses no vimos un miserable convoy de pasajeros, el concesionario de las vías acumuló fabulosas ganancias. Otro tanto hicieron sus mayores clientes en la región, para los cuales el servicio de cargas jamás estuvo cercenado, como Cargill, Bunge , Pérez Companc, Oleaginosa Moreno, Glencore, etc.
“NACIONALISTAS” TARDIOS
Es llamativo que quienes en los años 90 adhirieron gustosos a la teoría de la globalización y buscaban convencernos de la caducidad de los Estados nacionales frente a una mundialización irrefrenable de la cultura, la justicia y las finanzas (por lo que ya no habría más “capitales nacionales” sino en alegre tránsito y sin bandera por el mundo), ahora se vuelvan nacionalistas “estrechos” y reclamen la intervención del Estado Argentino en salvaguarda de los intereses de Techint.
Indigna, claro, que estos “nacionalistas” tuertos rasguen sus vestiduras por Techint sin haber perdido jamás el sueño de una noche porque en nuestro país, en los últimos años se han extranjerizado 17 millones de hectáreas y 450 empresas argentinas quebradas se vendieron a capitales internacionales; mientras las compañías de origen extranjero que explotan nuestras reservas petroleras (la 6° en el Mundo) no pagan más que el 1% de regalías y ningún impuesto. Tan insólito como que en plena borrachera sojera los pools de siembra estuvieran exentos de pagar Ganancias; y que toda la política agropecuaria favorezca la concentración latifundista (Casos como Gresud que en menos de un lustro pasó de tener 200 mil a 600 mil hectáreas o Urquía de 50 mil a 200 mil son ejemplo de ello) no despierta grandes reproches. Tampoco se estresan cuando Inglaterra –mediante demanda diplomática- pretende usurpar 4 millones y medio de km cuadrados de nuestro territorio, ampliando y consolidando en los hechos el colonialismo sobre nuestro Sur. O que anualmente, con consentimiento del gobierno, se siguen yendo del país miles de millones de dólares, ya en concepto de utilidades y dividendos de monopolios imperialistas, ya por el pago de una deuda externa declarada por la Justicia “ilegítima y fraudulenta”.
Quizá porque como se ha dicho: “En el reino de la mentira, ninguna verdad se dice en voz alta. Donde los más fuertes ganan, la palabra siempre engaña”, porque “la mentira se vocifera y la verdad apenas circula en voz baja, en boca de menesterosos y perdedores”, que venimos a ser el pueblo llano.
Víctor Delgado

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