lunes, 28 de junio de 2010

CRECE EL ARSENICO EN PEHUAJO NOTA DIARIO NOTICIAS 27.06.2010

“Suplicando un poco de vida”: Crece el número de afectados por el arsénico en nuestra ciudad
Mientras todos los entrevistados están con la espada de Damocles -que significa la posibilidad de cáncer en distintas partes del cuerpo- sobre sus cabezas, hay casos que ya cuentan con el cruel plazo que ha dado la medicina para iniciar un tratamiento. Tratamiento por el que vienen clamando desde hace meses, pero el que hasta el momento, por falta de medios económicos, se les sigue negando.

De esta forma, al padecimiento que soportan se suma el de sentir desconsideración, maltrato en interminables idas y venidas que no llevan a ninguna parte, por lo que formularon una fuerte queja contra quienes -consideran- tienen la obligación de velar por la salud de la población.

Durante muchos años se habló de la peligrosidad del arsénico en el organismo, desde aquella época de la inundación, cuando la población tomó conocimiento a raíz de un análisis que empleados de una entidad bancaria debieron realizar en el agua de red (para recibir agua envasada). La cuestión fue negada, minimizada, vuelta a negar a medida que pasaban los años. Se ignora si existen estadísticas, pero lentamente tanto fue lo que se acumuló debajo de la alfombra que ya fue imposible ocultarlo, y empezaron a aparecer las primeras sospechas de afecciones originadas por el veneno.

“¿Habrá muerto gente por esto?”, se preguntan quienes hoy ya no temen mostrarse, ya no temen hablar de sus profundos dolores en el cuerpo y en el alma, no temen decir que hasta muchas veces se sienten inmersos en una profunda depresión por esa causa y porque no logran llegar al tratamiento que les brindaría la chance de continuar viviendo. La pregunta, claro, queda sin respuestas, pero mueve a pensar mucho en ella. Cierto es que a partir que vecinos empezaron a hablar públicamente de la situación, hubo muchos otros que, con síntomas similares a los que relataban, decidieron realizarse los análisis y, lamentablemente, pasaron a engrosar las filas de los afectados.

“Son muchos, sólo que muy pocos se atreven a hablar aún”, aseguran quienes vienen entablando lucha desde hace tiempo, María del Carmen Garriga, María de los Ángeles Ruiz, Juan Carlos Martínez, Cristina Toledo, que fue una de las primeras en salir a contar lo que le sucedía hasta que bajó un tanto los brazos. Pero hoy, con un plazo de seis meses para iniciar un tratamiento que le dé posibilidad, clama:“¡Quiero vivir!”.

Griselda Dosisto e Inés D., quien por el momento no se atreve a dar su nombre, pero sí muestra la afección en su cuerpo. Las dos últimas hablaron por primera vez con este diario.

PENSABA QUE A MÍ NO ME IBA A TOCAR

Inés tiene 54 años, relató que hace 14 que vive en Pehuajó y si bien, “leía lo del arsénico, no me preocupaba porque como había venido de otro lado, no me iba a afectar. Pero empezaron síntomas como los que relatan todos. Dolores tremendos, una especie de granos o no sé qué que se van extendiendo por todo el cuerpo, incurables hasta el momento, manchas blancas en la piel. Mi piel parece una feta de mortadela, hasta diabetes. Ante la sospecha, decidí ir al doctor Enrique Zabala Begnis junto con otra señora que estaba en la misma situación. No tenemos recursos económicos, así que con la ayuda de amigos, vecinos, familiares sorteamos algunas cosas y reunimos el dinero”.

El resultado de los análisis realizados fue un mazaso sobre su cabeza. “Excepto la cara, las manos y los pies, el resto de mi cuerpo está afectado por el arsénico, 'comido'; mi páncreas, mi hígado, todo, no dan más. Ahora me apareció una artrosis que avanza de tal forma que casi no me deja caminar”.

“Sigo –dice ya ahogada por el llanto, el mismo llanto de impotencia del resto de los entrevistados- porque tengo un hijo de 13 años al que no puedo ni quiero dejar. Nadie te ayuda. El doctor me dijo que estoy aún viva gracias a la genética de mis padres”.

“Acá dicen que uno quiere publicidad, prensa. ¿Prensa de qué?”, se preguntó. “Duele, porque tengo el 74% del cuerpo comido por el arsénico y ya no puedo trabajar. Nunca pedí nada, he sido criada en ese sentido de la dignidad tan arraigado, pero el tratamiento no lo puedo afrontar, y soy totalmente conciente que a nosotros nos enfermaron”.

“El Intendente no tiene la culpa de esto, pero si puede hacer y gestionar tantas cosas, por qué nos cuesta tanto todo a nosotros. Recién el mes pasado pude conseguir que me dieran la medicación”. “Hoy, la dignidad me la tengo que tragar porque no puedo trabajar y quiero vivir, por mis hijos y nietos, y porque tengo derecho a vivir. ¡Quiero vivir!, ¡por qué no nos atienden! ¡por qué tantas muertes jóvenes!”.

“En tanto, los médicos, durante mucho tiempo negaron todo. Ahora hay una médica en Pehuajó que está atendiendo los casos. Viene gente de Casares, donde también es atroz la situación, como en Bolívar, en Villegas, en Alberti...”.

CON LOS DÍAS CONTADOS

Cristina Toledo, cuyo caso fue mostrado por NOTICIAS hace ya mucho tiempo, sostuvo que “con un cáncer que puede declararse en cualquier momento, me salieron diciendo que tenía que ir a un psicólogo. En Salud me dijeron: "Tenés que ir a un psicólogo porque estás fuera de sí". ¿Cómo se puede sentir alguien que sabe que tiene una enfermedad que lo puede llevar a la muerte? Le pregunto a quienes están en el poder ¿me van a dejar morir por 14.000 pesos?, si es así no les importa la vida de nadie.

“NO TE VOY A MANDAR A UN CHANTA”

María de los Ángeles Ruiz relata que “en su momento me dirigí a la secretaria de Salud buscando respuesta en cuanto a si nos iban a pagar el tratamiento, y después de mucho tiempo de hacerme ir -varias veces- me dijo que no, que no iban a pagar la quelación recomendada por el Dr. Zabala Begnis, y que de la única manera que lo harían sería si el médico me firmaba un papel en donde dijera que no me iba a morir de cáncer. ¿Qué médico me va a firmar que no me voy a morir de cáncer”.

“A mí -tercia Cristina- la señora Marta Defrancisco, hace un año atrás, me negó 200 pesos diciéndome: Yo no te voy a mandar a un chanta que no da nada por escrito, ni nada por diagnóstico”. Cristina muestra el estudio realizado por el mencionado médico, al que finalmente pudo concurrir, oportunidad en que supo que sus días para hacer el tratamiento están contados.

Juan Carlos relata que “cuando fui a hablar con la secretaria de Salud, Defrancisco, junto con María del Carmen; me dijo que no confiaban en el Dr. Zabala Begnis y que me iban a conseguir una medicina alternativa. Hace más de un año; nunca la conseguí. Ya me cansé de ir a preguntar. Me da más vergüenza ir a preguntarle, que la que tendría que tener ella”.

“Nos da vergüenza y sentimos que nos faltan el respeto. Nos sentimos muy maltratados”, remarca. “Todo esto, puntualiza Cristina, provoca el desquicio que dicen que tenemos, que nos llaman locuras andantes”.

“Y el dolor, interviene María de los Ángeles, te lleva a la locura. Cuando te tenés que levantar a las 4 de la mañana porque ya no podés más del dolor”.

Griselda Dosisto, quien gracias a la solidaridad pudo llegar a Zabala Begnis, con un diagnóstico tan alarmante como el resto, fue “a ver a Defrancisco. Me dijo: “Es una lástima que hayas gastado dinero en eso, porque ese médico es un chanta”.

TENEMOS FECHA DE VENCIMIENTO

“Según ellos (por las autoridades municipales) descreen de esta medicina que para nosotros es la única que nos queda. Ya que ellos descreen, por qué la Secretaria de Salud me dio otras opciones de esta medicina; que, según dijo, habían averiguado?”, se preguntó Ruiz.

“Sería como empezar todo de nuevo, y no podemos empezar todo de nuevo. Nosotros –puntualiza María del Carmen Garriga- tenemos fecha de vencimiento”.

Cristina informa que ya tiene un pequeño tumor en el cerebro, con riesgo inminente que se propague; otro en su mano, irritación de colon, pulmones afectados.

María del Carmen indica que ya tiene ocho tumores. María de los Ángeles puntualiza que ya tiene uno en la columna. “El Dr. Zabala Begnis dijo: Qué quiere esta gente, que se llenen de tumores...” “Todos presentamos más o menos los mismos problemas, ¿es coincidencia? ¿El Sr. Director del Hospital no sabe que hay estos casos?”.

SUPLICANDO UN POCO DE VIDA

“Hace un mes que el médico me dijo que el plazo que tengo para iniciar el tratamiento es hasta fin de año. Después de eso, para qué voy a ir. ¿Cómo es posible que por 14.000 pesos tenga que estar suplicando un poco de vida?”, dijo Cristina sin dejar de recordar que todos tienen hijos por los que velar aún.

“No culpo al Intendente” de la situación a la que llegaron a través de años de inacción de otros. “Sí le pido que nos abra las puertas y nos dé una solución. Qué lindo sería para nosotros salir y decirle gracias!”.

“¿Por qué tengo que terminar de reventar mi vida suplicando?”.

“¿Saben lo que es llegar a mi casa luego de la visita al médico, encontrar a mis cuatro hijos sentados a la mesa preguntándome: Mamá, ¿cuánto tiempo te queda?”.